La Guerra
comercial consiste en la adopción por parte de uno o varios países de
tarifas o barreras al comercio con uno o varios países
terceros. Este término es antónimo de libre comercio.
Los
economistas por regla general opinan que este tipo de guerra es muy poco
productiva, con una gran influencia negativa sobre el bienestar social y
económico de las naciones implicadas; sin embargo, los politólogos consideran
la amenaza que supone una guerra comercial como una importante ayuda a la hora
de obtener concesiones de otros tipos.
Algunos
economistas argumentan que algunas protecciones económicas son más costosas que
otras que podrían conducir a la guerra comercial. Por ejemplo, si un país eleva
sus aranceles, otro podría como represalia subir sus aranceles de
la misma forma, pero incrementar los subsidios a cierto sector
económico es una estrategia de más difícil represión por parte de un país
extranjero. Muchos países pobres, por ejemplo, no tienen la posibilidad de
elevar los subsidios a sus sectores económicos, por lo que son más vulnerables
a este tipo de guerra comercial (véase por ejemplo el caso de la agricultura en Europa,
cuyos subsidios impiden en cierto modo la competencia procedente del exterior,
o al menos la limita). Al elevar la protección contra la exportación de
productos más baratos, los países pobres se exponen a que estos productos sean
demasiado caros para que su economía los pueda producir.
Argumento de la industria
naciente
Es una
justificación económica para el proteccionismo. La esencia del argumento es que las industrias nacientes a menudo no tienen las
economías de escala que sus competidores más desarrollados de otros países, y
por lo tanto deben ser protegidas hasta que puedan alcanzar economías de escala
similares. El argumento fue enunciado por primera vez porAlexander
Hamilton en su Informe
sobre las manufacturas de
1790, desarrollado de forma sistemática por Daniel
Raymond,1 y recogido posteriormente por Friedrich List en su trabajo de 1841 El
sistema nacional de economía política, a
raíz de su exposición a la idea durante su residencia en los Estados Unidos en
la década de 1820.1
Muchos
países se han industrializado con éxito detrás de barreras arancelarias. Por
ejemplo, desde 1816 hasta 1945, los aranceles en EE.UU. estaban entre los más
altas del mundo.1 De acuerdo conHa-Joon Chang, «Casi todos los países recientemente desarrollados han
adoptado alguna forma de estrategia de promoción de industria naciente cuando
estaban en posiciones retrasadas. En muchos países, la protección arancelaria
fue un componente clave de esta estrategia, pero no fue ni la única ni
necesariamente el componente más importante en la estrategia.»2
A pesar de
ello, la protección de la industria naciente como medida de actuación económica
es polémica. Al igual que otras justificaciones económicas para el
proteccionismo, a menudo es objeto de abuso por los que buscan vivir de las
rentas. Aún cuando la protección de la industria naciente sea bien
intencionada, es difícil que los gobiernos sepan qué industrias deben proteger;
puede que las industrias nacientes no crezcan con respecto a los competidores
extranjeros maduros. Por
ejemplo, durante la década de 1980 Brasil aplicó un estricto control sobre la importación de
computadores extranjeros en un esfuerzo por crear su propia industria naciente
de computación. Esta industria nunca maduró; la brecha tecnológica entre Brasil
y el resto del mundo se ensanchó, mientras que las industrias protegidas
simplemente copiaban computadoras de baja gama extranjeras y los vendían a
precios inflados.3 Además, los países que ponen barreras a las importaciones
a menudo se enfrentan a barreras en sus exportaciones en represalia, lo que
podría perjudicar a los mismos sectores que la protección de la industria
naciente está destinada a ayudar.
Ernesto Zedillo, en su informe de 2000 al Secretario General de la ONU
recomendó «Legitimar una protección limitada, circunscrita a un período de
tiempo concreto, de ciertas industrias de los países que se encuentran en las
etapas iniciales de la industrialización. Por muy equivocado que fuera el
antiguo modelo de protección generalizada, cuyo fin era fomentar industrias que
sustituyeran a las importaciones, sería un error pasarse al otro extremo y
negar a los países en desarrollo la posibilidad de fomentar activamente el
desarrollo de un sector industrial.»
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